Era una mañana de verano en la que estaba
tramitando la denuncia de la tarjeta azul del auto de mis padres. Con bastante
mala onda, reconozco, porque ya venía de dos horas de espera en el Registro del
Automotor cuando tuve que hacer fila en el Registro Civil para hacer una
denuncia que ya podría haber hecho si me lo hubieran indicado.
Mientras esperaba en la fila mis agudos instintos
reconocieron a una persona en una situación conflictiva. Esa persona era un
bebé de apenas 26 días. Su situación: querían hacerle una impresión de las
huellas digitales en un escáner táctil, de esos que se usan ahora en el
registro para no dejarte los dedos llenos de tinta. Mis agudos instintos: se
reducen a mi capacidad de oir su llanto.
El cuadro era el siguiente: La señora del registro
civil estaba operando la computadora. La madre del bebé lo sostenía en brazos.
El padre sostenía el escáner con una mano mientras con la otra pretendía
abrirle la mano al bebé y hacer que apoye sólo el dedo pulgar.
Mi lugar de ciudadano común era quedarme en la
fila criticando que no callaran al niño y quejándome de cómo la señora que
debía atenderme estaba siendo ineficaz en su tarea. Pero mis impulsos de scout
con delirios de héroe fueron más fuertes. Y a riesgo de perder mi lugar en la
fila me acerqué a la pareja y le dije al padre: “déjeme que le sostengo el aparato,
usted use las dos manos para hacerle apoyar el pulgar en el sensor.” Y así
estuvimos renegando, pero ninguno de los dos ciudadanos sabíamos la altura
precisa a la que debía estar el dedo del pequeño para ser escaneado. Así que la
señora del registro civil tomó la posta y me dijo: “¿querés operar vos la pc,
mientras yo le hago apoyar el dedo en el sensor?”. “Bueno”, le dije. Y me senté
en su silla con mi mochila cargada de papeles de trámites en curso.
Cada tanto amagaba a aparecer la huella digital,
pero se veía como una mancha negra, sin líneas detectables. Así que fueron más
los “REESCANEAR” que los posibles “ACEPTAR” que salían. En un tiro me salió un “ACEPTAR”
y le di “REESCANEAR” de nuevo, ya sin leer los botones. Pero bueno, eso queda
entre la PC y yo. Y ustedes, mis estimados y desconocidos lectores.
La frase de la mañana fue de la señora diciendo “el
ciudadano viene a hacer un trámite y termina colaborando para tomar uno que es
ajeno a él”, soltando una leve carcajada como para atenuar la tensión provocada
por el llanto de la criatura.
Afortunadamente tuvo el buen gesto de mandar a
gestionar mi trámite mientras yo le ayudaba. Cuestión que cuando terminamos de
tomarle las huellas digitales al bebé, me dieron mi denuncia y me fui.
Me dijo “Gracias, muchas gracias”. Y en mi cabeza
rondaban las palabras “Señora, sólo recuerde que TapperMan estuvo aquí”. Pero
sólo solté un “Gracias a usted”.
¡Saludos y hasta la próxima anécdota!
1 comentario:
hey, llegue a tu blog despues de leer tu comentario en mi articulo sobre prometheus.
Vine a leerte y la verdad me agrada tu onda.
Estoy estudindo mucho, pero voy a intentar seguirte.
Sos bienvenido a leer cuando gustes. Espero entretenerte.
Perdon la ortografia. ando apurado
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