Esta historia se remonta a
unos cuantos meses atrás. Yo vivía no tan feliz como en paz con mi
independencia alquilada.
Cierto día se muda una vecina nueva.
Una compañera de salsa que
vino a visitarme me contó que esa chica era del ambiente salsero, pero que no
se llevaban bien, que habían tenido fuertes cruces de miradas y parecía que
había mala onda. Por lo general le resto importancia a este tipo de cosas... y
esta no fue la excepción. Era una persona como cualquier otra... O al menos eso
parecía.
Lo primero que me llamó la
atención era que cualquier día de la semana, al azar, había juntadera. Hablaban
en dialectos que hoy denominaríamos "turros" o "rochos".
Entendía la mitad de lo que escuchaba, y escuchaba la mitad de lo que decían,
porque sinceramente y con total franqueza, no me interesaban ni medio sus
conversaciones. Pero si al hecho de que la aislación sonora de mi dormitorio no
es la mejor y ellos rebuznaban cuanto sus voces les permitía, oír algo era
inevitable.
Lo segundo de esto es la
noche vino Mery a charlar de la vida entre pizzas y cerveza y en plena
reflexión final ya fuera del depto., se asoma esta mujer y pide en un tono
amable y hostil a la vez, que por favor concluyéramos nuestra charla lejos de
su ventana, ya que al otro día tenía que amanecer temprano para trabajar.
Podría ser todo normal si
no fuera por el párrafo anterior: Bien. Además de romper la calma hasta
cualquier hora de la madrugada, esta señorita también trabaja.
Actualmente hago lo mismo,
no sé de qué me sorprendo.
En fin, cierta noche me
había enviciado con la nostalgia de ver los capítulos de una serie animada, que
nunca había terminado de ver y escucho, como de costumbre, sonidos del otro
lado de la pared. El sonido era repetitivo, por lo cual pasó de "ruido
molesto habitual" a "sonido particular".
Puse el reproductor de
windows media en silencio y la escuché. Si,
para mí es el mejor reproductor, como el paint es el mejor editor de imágenes.
Va en cuestión de gustos, qué se yo.
En medio del silencio la oí
decir “con esta piedra violeta te invoco, arcángel Miquel, para que Rafael
Caballero vuelva a amarme, y no pueda amar a nadie más”… o algo similar, no
recuerdo con precisión la entidad tampoco. Antes que nada, Rafa, si me leés, me
disculpo si no escribí bien tu nombre, sabrás entender que nunca le pedí que me
lo deletreara. Pero si volviste con una ex sin poder explicarte por qué, date
por aludido. Aunque lo dudo.
Ahora si, vamos a
desmenuzar:
- “Con esta piedra violeta”: Tiene que ser joda. Esta entidad tiene el poder para hacer que Rafael vuelva con vos… ¿pero no puede ver el color de la piedra?
- “Arcángel Miquel”: ¿Es un arcángel? ¿de dónde salió? ¿y quién dijo que tiene el poder de forzar al amor? No aparece ni en Wikipedia. El más parecido es Miguel, y era el jefe del ejército celestial. No tiene mucha pinta de cupido.
- “Rafael Caballero”, pobre hombre. Imaginate si la habré escuchado repetir tantas veces lo suyo que hasta me aprendí el nombre del tipo. Incluso me apiadé de su alma y quise buscarlo en face. Ahí es cuando juega crucial importancia el detalle de la ortografía. No quiería alertar a la persona equivocada.
- “y no pueda amar a nadie más”: Si el tipo vuelve, no tengan pibes mami porque se pudre todo.
No solía darle bola, y cuando arrancaba con esa, yo subía el volumen del WMP. Espero que a Miquel le
gusten los Caballeros del Zodiaco.
Al correr de los días noté
una respiración pausada pero constante en mi habitación. Y la regla “T” de
dibujo técnico, que tenía apoyada en la cómoda en posición vertical, se caía al
piso. El primer impulso fue ir a decirle a mi vecina que se lleve su entidad a
su depto. Como no soy tan impulsivo, una segunda idea sonó mejor y era decirle
a la entidad “loco, es acá al lado que te llamaron”. Pero opté por lo más
lógico: Prender la luz y ver qué pasaba.
Con la luz encendida nadie
respiraba. Ni tiraba nada al piso. Este Miquel era un jodón bárbaro. O bien,
sabía aguantar bien la respiración. Hasta que lo vi: La cortina del baño se
inflaba con un chiflón que se colaba por la ventana. Y al cesar la corriente de
aire, la cortina volvía. En este movimiento, arrastraba la parte inferior sobre
el zócalo de la ducha, lo cual generaba este intrigante sonido. Vamos… es una
entidad incorpórea, ¿de verdad pensaban que iba a respirar? La regla “T” se
caía por una laucha que pasaba por ahí, pero esa es otra historia.
Pasaron meses, diría que
años, no lo sé porque no llevaba la cuenta. Pero ella se fue de la vecindad y
seguía pidiendo por Rafael. Yo digo, si en tanto tiempo no volvió ¿no se le
ocurrió cuestionarse si eso funcionaba?
Concluyo lo siguiente:
- Un mensaje de texto o una llamada hubiera sido mejor idea.
- Miquel venía a ver La Saga de Hades conmigo y se las tomaba.
- Miquel no comía lauchas, lo cual hubiera sido muy útil. Ni las ahuyentaba, que también hubiera servido.
2 comentarios:
Esta historia, frente al semáforo, con una gorra en la mano... Pensalo
Usted la tiene clara, señorita.
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