lunes, 17 de enero de 2011

El peor día en lo que va del año

Me gustaría poder decirles que si notan algún dejo de negatividad, pesimismo o afines en el relato es un mero juicio de valor por parte de ustedes, pero lamentablemente no me sale ser tan hipócrita y la realidad es que hoy definitivamente no ha sido un buen día.

El mal día comienza, irónicamente, unos días antes de este nefasto lunes 17 de enero. En mi nuevo trabajo como asesor de ventas de planes de ahorro de FORD, también conocido como Plan Ovalo, una de las formas más lindas de conseguir datos de clientes interesados en nuestro producto es mediante un stand publicitario en un evento. Lo malo de este evento es que nos enteramos a pocos días y nos encontrábamos en la dicotomía: Nos arriesgábamos a que nos saliera mal, por falta de organización; o nos arriesgábamos a la pregunta ¿cómo se les pasó ese evento? Optamos por arriesgarnos a que sucediera lo primero. Y así fue. Nos faltó fuerza de publicidad, principalmente folletos y folleteros/as, por lo que el stand no funcionó como esperábamos. Je, lo destacable del caso es que esas falencias fueron nuestras, así q nos toca asumir nuestras responsabilidades.

Al día siguiente fuimos a comer a lo de una de mis mejores amigas y terminamos pasando el día en su casa. Cuando me fui de casa olvidé trabar una puerta de mi casa y cuando mi papá vio mi falencia, se desató un caos en casa durante mi ausencia. Me llegaban mensajes responsabilizándome por el clima de tensión y yo comencé a ponerme incómodo. Finalizando el día, no quería ir a mi casa, por lo que llegué a las 04.30, luego de 3 partidos de pool y un fernet.

En ese contexto amanece este espantoso lunes a las 06.30 de la mañana, dos horas después de haber finalizado el domingo, de la mano de perturbador tono de la alarma (titi ti tiiiti titití). Me levanté como pude y partí hacia mi anterior trabajo, para ver cómo iban marchando las cosas. Como iba muy sobre la hora, me tomé un remis. A las 8 me voy para mi nuevo trabajo, teniendo que retirar el auto del estacionamiento que está a la vuelta de dónde yo me encontraba, dándome cuenta de que había olvidado la llave del auto en el bolsillo del saco. Así que tuve que volver a casa a buscarla. En remis. Y volver en remis al estacionamiento.

Fui a la concesionaria sabiendo que el comentario primordial iba a ser sobre el fracaso del evento que cubrimos. Y así fue. Si a eso le sumamos que no estoy teniendo ventas, el panorama laboral no es de lo más favorable. Transcurre la mañana y sigo llamando a mis “datos” de la feria cubierta un tiempo atrás, antes de q yo entrara. Esos datos habían sido repartidos en partes iguales, para cada uno de los tres vendedores del equipo. Cuando llamo a uno me dice que él ya había hablado con mi “compañera” de equipo, y que se lo iba a comprar a ella. Creo que esa actitud también escapa a concepto de compañerismo que uds. deben tener… A eso le sumamos que ya sabemos que cuando vengan los altos cargos de la empresa a nuestra sucursal, tenía un mambo bastante movidito en la cabeza, y con él volvía a casa.

En medio de mi regreso a casa, iba transitando en mi fiel corcel de dos ruedas por la avenida y noto que había un perro sobre la vereda. Distando media vuelta de rueda del perro, éste se manda a la calle como si pensara que yo era un holograma, o una hoja traída por el viento… Y los 150kg de mi moto mas los 95kg de mi masa corporal impactaron dos veces sobre el perrito, una vez por cada rueda. Llegué a casa, dejé mis bolsos y volví al lugar de los hechos con un bolso vacío para poder llevarlo a la veterinaria si se le había roto alguna patita o algo así… pero cuando llegué, no estaba el perrito. A media cuadra, yacía agonizando, y me acerqué para verlo dar el último suspiro rodeado de su familia adoptiva. Cuando uno de ellos dijo “lo pisó una moto”, yo respondí “si, fui yo”. No quisieron que lo llevara al veterinario. Luego de eso, su corazoncito se detuvo.

Volví a casa inmerso en la culpa, a tratar de comer algo y reponerme un poco… cuando al sacar el arroz con leche de la heladera, se le sale la tapa al tapper (valga la redundancia) y vuelco unas cucharadas de arroz con leche en el piso. El día aún no termina. Sólo espero que no empeore, pero que definitivamente sea el peor del año.

Esta vuelta va sin imágenes.... en respeto a la memoria del perro muerto.