Si llegaste por medio de Google para encontrar
información seria, la pifiaste, pero quedate a leerlo, capaz te da una idea
general de las cosas.
A mis lectores de siempre, más de uno de ustedes se
preguntará de qué trabaja un tipo que escribe tantas gansadas y después
selecciona las mejores para publicarlas en su blog.

Antes de proceder a explicar lo que es un Analista de
Procesos (Junior, dicho sea de paso) voy a contar dónde trabajo, lo cual se
trata de una planta que elabora tableros de fibra de madera, mejor conocido
como chapadur. En resumen, el proceso consiste en recibir troncos de madera,
hacerlos pasar por una picadora (donde literalmente llueve aserrín del tamaño
de granos de azúcar), luego por un desfibrador, que –por fricción- muele la
madera picada a fibras (lo cual desprende un sabroso aroma a lignina) que
quedan disueltas en agua; de ahí va a unos tanques de agua donde se regula la
concentración de la fibra (esto es, la cantidad de gramos de fibra por litro de
agua); para pasar a una máquina formadora, que básicamente le escurre el agua
dejando un manto de fibras húmedas, conocida casualmente como “Manto Húmedo”,
que ya presenta un aroma mas dulzón. Este manto se corta en hojas de aprox. 5m
x 1,2m y se coloca en prensas (una con 24 aberturas y una con 30). Luego de
prensado, donde comienza a sentirse el olor a madera procesada, se almacena en
estructuras metálicas conocidas popularmente como “zorras” –comentarios de
humor adulto, abstenerse- que van a templarse durante 4hs y posteriormente a
humectarse durante 8hs. Finalizado el proceso de humectado, se corta –proceso que
genera mucho polvillo y no les recomiendo andar olfateando) y se destina al
sinfín de diversas utilidades que tiene.
Podrán decir “en resumen un carajo”, pero
créanme que está resumido, este narrador podría describirlo de una manera
muchísimo mas extensa y detallada. O quizás no tan detallada, pero igualmente
extensa.
Bien, ahora... ¿qué recórcholis es un Analista de Procesos? Básicamente es una persona que va mirando cómo se
hacen las cosas, toma datos de las variables, los analiza y propone métodos nuevos
o modificaciones de los existentes para hacerlas mejor. Suena cómodo, eh? Pues
les aseguro que no lo es. Yo me comí el mismo verso cuando empecé.

Podría cortar acá. Pero sería sólo para entendidos. Y
como yo escribo para todo el mundo –excepto para quienes no conocen de dibujos
animados y video juegos viejos, que los mando a googlear-, les voy a contar el
mambo de las mediciones:
Supongamos que quiero saber la
“sequedad” –término porcentual opuesto a la “humedad”- del manto húmedo. Tengo
que ir, esperar a que se interrumpa la carga de la prensa, cortar un pedazo del
manto (lo cual me deja las manos llenas de fibra y agua), recortarlo para que
quepa bien en la balanza y la prensa de ensayos, pesarlo, ir hasta la prensa de
ensayos, ponerlo entre dos tejidos, prensarlo por alrededor de 8 minutos,
retirarlo, sacarlo de los dos tejidos, volver a pesarlos, dividir el peso seco
sobre el peso húmedo y finalmente obtengo el valor. 5 líneas. Para explicarlo.
Y como ése hay muchos ensayos. Por ejemplo, el de
producto terminado consiste en tomar un tablero de 80cm x 120cm ya humectado, y
cortarlo siguiendo un croquis que nos deja un total de 28 piezas de diferentes
tamaños a los cuales se les somete a determinados procedimientos que no voy a
explicar. Ahora bien... ¿saben quién corta el pedazo de tablero, lo lleva a la
sierra y en una extensa nube de polvillo toma las muestras? Si, quien les
narra. Cabe mencionar que a veces también lo hace el laboratorista, pero para
su trabajo, que es aparte del mío.
A todo esto sumenle que trabajo en el pueblo de al
lado, vivo a 29km y llueva, truene, relampaguee, o esté el clima 10 puntos,
siempre voy y vuelvo en moto.
Finalmente, la pregunta del millón: ¿Y a ustedes de
qué les sirve todo esto? Básicamente, de nada, pero a mí me sirve de pie para
varias anécdotas que surgen en este tan agradable ambiente.